El golfeado (también llamado golfiao y golfiado) es tan superespecial que a todos los venezolanos se nos hace la boca agua solo de pensar en él. Tiene mucha per-sonalidad. Si está bien hecho resulta imborrable en la memoria gustativa. Ha sido protagonista de nuestra historia culinaria, tan ligada a la influencia europea en nuestras cocinas criollas que sobrevino después de la Segunda Guerra Mundial.
Es, pues, un producto de inmigrantes españoles (peninsulares y canarios), portu-gueses, italianos y otros.
Las familias Petareñas, Duarte y Figuera eran las más reconocidas por sus golfiaos.
Por aquel entonces no existían panaderías. Los panaderos vendían sus panes en la puerta de sus casas. Así era como lo hacía mi bisabuelo, y después lo hacía mi abuela, y ahora lo hago yo también. Todo era muy doméstico o, como se le dice ahora, artesanal. El golfiao, así lo llamaban en sus inicios en Petare (Estado Miran-da) por su parecido a un tipo de semilla del café caracolillo.
Las panaderías nacieron con la modernidad y el crecimiento económico, regentadas en su mayoría por portugueses, que lo bautizaron como golfeado y le añadieron acompañamiento: un refresco (gaseosa) y queso de mano arriba.
Gracias a su aporte se hizo muy popular, hasta el punto de que no hay rincón de Venezuela donde no se hagan golfeados.
Un buen golfeado requiere de un buen papelón, que sea fácil de romper con las manos y en la cantidad exacta, así como mucha paciencia, y también pasión, porque sobran «catadores» de golfeados en nuestro país. Muchos de ellos afirman que el mejor golfeado es el del Junquito (Caracas), aunque en cada región, estado o poblado hay algún golfeado icónico. El golfeado es esponjosidad, color a papelón, y se debe sentir la presencia del queso al primer mordisco. A nadie le gusta un golfeado duro o reseco, debe poder separarse el espiral del golfeado, ni compacto ni pesado, ha de desenrollarse fácilmente y ser elástico. Es el acompañante perfecto del café, leche, chocolate frío o caliente y de una gaseosa.
Opcional
Es opcional un toque personal que le dio mi abuela. Se prepara de 48 a 72 horas antes. Los ingredientes son: 250 g (62,5%) de melao de papelón, canela molida (3%), clavo de olor molido (3%), anis en esencia (3%), 50 g (12,5%) de pan del día anterior y 400 g (100%) de harina de trigo. Se mezclan enérgicamente hasta lograr casi la homogeneidad, se lleva a un recipiente con tapa y se deja a temperatura ambiente unas 48-72 horas. Debe corregirse la cantidad de harina y agua al incorporarla a la receta.